La Misa, paso a paso (10/21)

Artículo publicado en Revista RIE de octubre de 2021.

Cada vez s parecidos a Jesús Eucaristía

Queridos amigos RIE: el mes pasado habíamos dicho que en este encuentro hablaríamos sobre los efectos de la Comunión, es decir, de lo que sucede cuando Jesús viene a nosotros cuando lo recibimos, al comulgar.

Antes de empezar queremos hablaros de la palabra «Comunión», seguramente la hemos escuchado muchas veces, pero tal vez no somos muy conscientes de lo que en profundidad significa. Para ello, vamos a utilizar la misma definición que nos da un libro muy especial (¡y que te recomendamos!). Se trata de «YouCat kids», un libro que consta de preguntas y respuestas que ayudan a los más pequeños a conocer la fe. ¡Pero no pienses que son preguntas sencillas! Allí encontrarás explicada la existencia del mundo, el Credo, los sacramentos o los mandamientos.

Una unión muy especial
Como te decíamos, el «YouCat kids», en el número 78, explica qué significa «Comunión»: «es una palabra latina que significa unión. Cada vez que recibimos el cuerpo del Señor, se establece entre Él y nosotros una unión sagrada, además, el gran Dios se hace pequeño ¡y a ti te hace muy grande! Aquel que es más grande que todo el universo viene a tu boca y a tu corazón. Eso es la Comunión. Esta unión con Jesús provoca que todos los que lo han recibido, se junten entre ellos convirtiéndose en comunidad». También san Manuel González nos dice algo sobre la Comunión: «la Misa es el gran deseo de Jesús y la gran petición de [Dios] su Padre, “que sean uno”: que seamos una sola cosa con Él, como Él lo es con el Padre».

La Eucaristía, es el mismo Jesús, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad: lo que comemos sigue siendo pan, pero es Jesús que viene a nosotros. Lo que bebemos sigue siendo vino, pero es Jesús, que viene a nosotros. Es Dios vivo que viene a nosotros (traigamos a la memoria el momento de la consagración) y transforma a todas las personas.

Un alimento para el alma y el corazón
La primera cosa que debemos saber es que la Comunión es un alimento y que, de la misma forma en que todos los alimentos materiales que comemos se hacen uno con nosotros, así también el cuerpo de Jesús. En el momento de comulgar Jesús entra en nosotros, en nuestro corazón y en nuestra alma y nuestros pensamientos pueden llamarse afectos suyos y pensamientos suyos.

Sin que nos demos cuenta, Jesús nos llena de bendiciones y nos va transformando poco a poco por dentro, haciéndonos cada vez más parecidos a Él. Este momento es muy importante, porque Jesús está dentro de ti y de todos los que le reciben. Tú y Él sois uno, es un momento de mucha intimidad en el que hay que aprovechar para quedarse a su lado y darle las gracias. En tu sitio, sentado, de pie o de rodillas, con los ojos cerrados, mira a Jesús porque Él te está mirando. Ha venido a tu corazón, cuéntale todo lo que sea importante para ti, las cosas buenas, lo que no entiendes, las dificultades, las cosas tristes. Pídele su ayuda para que se hagan realidad todas tus buenas acciones. Y, finalmente, dale las gracias por todo lo bueno que hay en tu vida.

Como todos los alimentos que comemos tienen efectos en nuestro cuerpo ayudando a nuestro organismo a fortalecerse mediante los nutrientes que nos proporcionan, así también la Comunión, que es Jesús mismo, tiene efectos en nuestra alma, fortaleciendo nuestra vida espiritual. ¿Queréis saber cuáles son? Te contamos siete:

¿Qué (nos) pasa cuando comulgamos?

  1. La Comunión acrecienta nuestra unión con Cristo. Recibir la Eucaristía en la Comunión da como fruto principal la unión íntima con Cristo Jesús, nos ayuda a conocerle más, amarle más, seguirle más e imitarle más.
  2. La Comunión nos separa del pecado. El Cuerpo de Cristo que recibimos en la Comunión ha sido «entregado por nosotros», y la Sangre que bebemos fue «derramada por muchos para el perdón de los pecados». Por eso la Eucaristía, al unirnos a Cristo, al mismo tiempo limpia nuestro corazón de los pecados cometidos.
  3. Borra los pecados veniales. Como el alimento corporal sirve para reponer nuestras fuerzas, la Eucaristía fortalece el amor que, en la vida cotidiana, tiende a debilitarse. Más aún, es un amor nuevo, renovado, es lo que se denomina «caridad vivificada». Dándose a nosotros, Cristo reaviva nuestro amor y nos hace capaces de renunciar al pecado y de arraigarnos en Él.
  4. Nos preserva de futuros pecados mortales. Por el mismo amor que enciende en nosotros. Cuanto más participamos en la vida de Cristo y más progresamos en su amistad, tanto más difícil se nos hará romper la unión con Él por el pecado mortal.
  5. Acrecienta la unidad del Cuerpo místico, es decir, con la Iglesia. Cuando recibimos la Comunión nos unimos más estrechamente a Jesucristo y por medio de Él nos unimos a todos los fieles en un solo cuerpo: la Iglesia. La Comunión renueva, fortalece, ahonda esta incorporación a la Iglesia realizada ya por el Bautismo. En el Bautismo fuimos llamados a no formar más que un solo cuerpo.
  6. Nos hace estar cada vez más cerca de los pobres. Recibir a Jesús en la Eucaristía nos hace reconocer su presencia en los más necesitados de la sociedad. Él se encuentra presente en ellos y cuenta con nuestra ayuda y cercanía.
  7. Fortalece la unidad de los cristianos. Nos une, en fuerte Comunión, a todos los cristianos presentes en el mundo.

¡No te lo pierdas!
Hemos llegado al final de nuestro encuentro de hoy que ha sido, como veis, ¡de mucho fruto! Es como ganarse la lotería cada vez que participamos de la Eucaristía. De ahora en adelante, ¿quién pensará perderse esa cita con el mejor de los amigos? Y no olvidéis compartir esta gran noticia con aquellos que no tienen la oportunidad de recibir la Revista RIE. ¡Contad a todos cuántas gracias nos da Jesús cada vez que le recibimos!

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